Una inyección de optimismo: Armando González Torres
Leer a Armando González Torres es una experiencia gratificante. Su escritura es verdadero tónico. No exagero cuando digo que estamos ante una de las plumas más vigorosas y propositivas de la literatura mexicana actual. Y para muestra un botón: Libros alegres (2024), publicado por El tapiz del unicornio en su serie dedicada al ensayo. Se trata de un libro que navega a contracorriente. En un momento en el que pululan los pesimismos, la violencia o la delación, González Torres ofrece una vuelta de tuerca; se aleja del mainstream editorial para visitar esos títulos que exploran la complejidad —y la diversidad— de los sentimientos humanos.
Desde el
comienzo, nos explica el porqué de esta publicación:
“es innegable que hay un sesgo en el gusto y el prestigio
moderno hacia lo oscuro y tormentoso, pues se supone que este tipo de emociones
resultan más acordes con el malestar de la cultura contemporánea. […] El
mercado narrativo actual, por ejemplo, favorece géneros autorreferenciales que
tienden a magnificar las propias tribulaciones y agonías y que utilizan el
pesimismo y el victimismo como un medio para captar la atención y, a veces, la
compasión del público".
González Torres opta entonces por
dar un viraje, por acercarnos a títulos de otro talante. Este giro no supone un
reduccionismo que divida la literatura en “libros triste y libros alegres”. Los
Libros alegres no son, como alguien podría suponer, obras edificantes,
de autoayuda o que se circunscriben a los registros asociados al humor, como la
comedia, la parodia o, peor aún, el chiste o la gracejada. Este tipo de obras, nos advierte González
Torres, “no eluden la tensión, el conflicto o el sufrimiento, pero tampoco
quedan sumergidos en ello y la alegría o la epifanía surgen, a menudo, después de conocer íntimamente la pesadumbre y
el sufrimiento”. Solo así es que títulos
tan complejos, y cuyas temáticas no son nada fáciles de digerir —como El
dios salvaje, de Al Alvarez; Una pena en observación, de C. S. Lewis;
o La ira y el perdón, de Martha Nussbaum— pueden figurar en este
catálogo. Lo importante, en todo caso, radica en la forma de abordarlos, en la
destreza para hallar en estos volúmenes la complejidad de la alegría y, en
última instancia, su verdadera naturaleza. De hecho, muchos de los autores incluidos
no son recordados por haber fraguado una obra precisamente entusiasta, como
sucede con La Rochefoucauld, por citar solo un caso. La apuesta es riesgosa y
por ello mismo descuella la maestría de González Torres para ofrecer una
lectura refrescante y develadora.
Libros alegres reúne más
de sesenta escritos breves a caballo entre el microensayo, la reseña crítica,
el artículo literario y la glosa. Aquí
se dan cita lo mismo filósofos que historiadores, sociólogos que científicos, pero
también religiosos, juristas, vagabundos letrados y, por supuesto, escritores
de distintas épocas y latitudes. De Marc-Alain Ouaknin a David Abram, de Irene
Vallejo a Iris Murdoch, de Susan Neiman a Thomas Merton, o de Roberto Nozik a
Philippa Foot, el elenco muestra un abanico de posibilidades tan diverso y
plural que no se agota fácilmente. Para quien busque recomendaciones de
lectura, este libro es por mucho una de las mejores opciones, pues González
Torres es un lector voraz, pero también muy selectivo, como lo confirma la
selección de obras y autores.
Aunque los libros abordados
pertenecen a varios campos del conocimiento, así como a distintas tradiciones
literarias, hay una recurrencia de nombres que, personalmente, me fueron muy
gratos. Me refiero a los cultivadores de la brevedad, de la escritura
fragmentaria y la aforística, que conforman, por así decirlo, un hilo conductor
muy sutil: Elias Canetti, Jules Renard, Nicolás Gómez Dávila, Julio Ramón Ribeyro,
Stanislaw Jercy Lec, Karl Kraus, Remy de Gourmont o el ya citado La
Rochefoucauld. En ellos se asoma un hilo sutil porque sus escrituras no son las
que uno esperaría como ejemplos de los Libros alegres. He aquí esa
apuesta riesgosa que mencionada unas líneas atrás. Y es que siendo González
Torres uno de los aforistas más constante y afortunado de la actualidad, no
resulta casual esta nómina de autores.
Una colección como ésta tiene la
virtud de acercarnos a las lecturas dilectas de un autor. Me parece incluso más
iluminadora que las autobiografías o los diarios pues procura un diálogo más
enriquecedor con el intelecto de quien escribe. Armando González Torres es en
sí mismo toda una literatura, y por ello zambullirse en esta obra nos regala un
sinfín de rutas de lectura y aprendizajes, pero también de serenidades en esta
época de turbulencias. Los Libros alegres son una inyección de optimismo
razonado que, para bien del lector, resulta incluso un ejercicio terapéutico.
Armando González Torres. Libros alegres. México: El tapiz
del unicornio (Serie Ensayo), 2024.
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