Poesía y exilio. Entrevista con Yuleisy Cruz Lezcano

 

Yuleisy Cruz Lezcano es originaria de Cuba, pero radica en Bolonia, Italia, desde hace más de tres décadas. Edições Fantasma de Portugal ha publicado recientemente su libro Doble acento para un naufragio. Duplo sotaque para um naufrágio (2023)* en una edición bilingüe (español-portugués) traducida por Carlos Ramos y prologada por María Calle Bajo. La siguiente entrevista gira en torno a este libro. 

 



*En este mismo espacio publiqué una reseña y una muestra poética del libro: 

https://hirambarrios.blogspot.com/2024/06/doble-acento-para-un-naufragio-yuleisy.html


ENTREVISTA


—H.B: En Doble acento para un naufragio hay una inclinación por las imágenes marítimas. El título es incluso muy elocuente al respecto. ¿Cuál es el “naufragio” al que te enfrentas en este título?

—YCL: El título encierra las mil emociones que marcan las personas que, por distintos motivos, viven lejos del lugar que los ha visto nacer, por tanto, el título alude a una audacia metafórica, donde las aguas se vuelven también simbólicas y lo que se salva y lo que se ahoga, viene siendo la condición de toda existencia humana. El título contiene un doble “estro” y no es casual.

El doble acento refiere el misterio del nacimiento: así el libro se abre con la constatación del doble misterio: el de las cosas vividas que se vuelven recuerdos y el de la nostalgia de brotar en otras tierras. El abanico es amplio, y cada poema traza con su suerte un irse y un regresar, un sabor de raíces mudas entre los labios, las simas de frustración que apuntala la diáspora, la nostalgia del exilio y el cataclismo del agua debajo de los pies y sobre la cabeza.

En este libro yo como poeta no me siento mejor ni peor por ser poeta, tan solo me siento algo distinta. En muchos de los poemas del libro se siente el dolor de nacer una segunda vez, el dolor de otras personas que viven igual y peor suerte que la mía.

El naufragio reúne a todos los que dejan con dolor algo. Estamos todos inmersos entre aguas turbias con olor de muerte, de esperanzas y viejas raíces. El naufragio es un peso y un escudo, que guarda el pecho de lo que sostenemos, para matarnos o salvarnos.

 

—H.B. En varios de los poemas del libro la evocación de tu pasado se asoma como un motor de la escritura. Doble acento para un naufragio parece nacer de la nostalgia, de un intento por recuperar la memoria. En ese sentido, ¿coincidirías en que se trata de una suerte de bitácora existencial?

—YCL: Este libro no es un muestrario de alabanzas hacia las cosas que se dejan. Los recuerdos se ubican en una sistemática inquietud que traza su espacio, dejando espacio para otras voces. El naufragio no implica sólo dolor, nostalgias por los recuerdos, aunque si se respira una vena de melancolía casi todo el tiempo. Seguramente, por ciertos aspectos, el libro narra la bitácora existencial de un viaje, ya que en numerosos pasajes recupero fragmentos de mi pasado para reflexionar sobre el presente y el futuro, para describir lo que vivo con lucidez.

 

—H.B. Sin embargo, Doble acento para un naufragio no sólo es un libro que nos habla del pasado, también hay en él una fuerte proyección hacia el futuro. Es, en muchos sentidos, un libro esperanzador. “La poesía es el alma del pensamiento”, anotas incluso en el umbral del libro. ¿Consideras que la poesía puede ser una experiencia sanadora o liberadora?

—YCL: En la pregunta anterior adelanté parte de la respuesta. El libro reconoce por todas partes la circunstancia del agua, el naufragio me permite un viaje no sólo físico, me permite el arte de friccionar, de usar el agua como hilo conductor de la telilla de araña, para irme y regresar una y otra vez. En los múltiples eslabones de la trama que componen los poemas, cuyo signo está dado en la fragilidad de lo flotante, de lo que se instala en el vórtice de la existencia, donde la mirada pierde los horizontes pero no pierde la esperanza de salvarse, existen también un viaje hacia el futuro y la palabra poética que es una apropiación de la óptica múltiple que da escuchar las cosas y las personas que pierden la voz. Es así como mi intento poético va a recuperar la voz del dolor para abrir una brecha sanadora que cure los recuerdos. Los versos del libro Doble acento para naufragio se proponen el objetivo de usar los contornos de la sal para salvar la memoria y describir una tierra promesa donde se abra la posibilidad a un nuevo destino.

Para mí, la poesía es una voz que no cesa, es la armonía de las voces incesantes que me habitan, es una meditación sobre la identidad que me habla metida en este teatro con sus paredes de mar. Seguramente, cuando afirmo que la poesía es el alma del pensamiento, esta frase no es para mí un estandarte. Cuando pienso a la poesía, pienso en la definición de Goethe, según el cual su obra estaba hecha de fragmentos de una gran confesión. Creo que de hecho la poesía ha sido para mí una salvación, pero a pedazos, a fragmentos también ha sido la voz de los testimonios de mi vida.

 

—H.B. En uno de los poemas escribes: “Vi a Alejandra Pizarnik / en los ojos de un pájaro / sin árboles”. La poeta argentina es de hecho la única referencia explícita a la literatura.  ¿Qué lugar ocupa Pizarnik en tu escritura poética?

—YCL: Alejandra Pizarnik ha sido siempre para mí no sólo una poeta de referencia, su vocación por el rompimiento es una parte que siento también mía, pero creo que, de ella, me ha impresionado más que su vida su manera particular de usar el lenguaje como creación. En este libro tropiezo muchas veces con la esperanza y con la fatiga de vivir. Para abordar esta fatiga interior y la dualidad, me abro en el dolor de esta poeta, lo siento, lo hago mío. Su vida se vuelve palabra simbólica de toda la complejidad imaginable de este naufragio llamado vida. ¿Quién no ha luchado con las aguas de la vida? Como otros poetas, muchas veces he odiado sus mares y usando a Alejandra como símbolo, expreso junto a su figura de sufrimiento una misma ansia de derrame, que se opone a la necesidad de propagación, de lucha contra las aguas. Alejandra es un símbolo que se deja arrastrar por las aguas, y acompaña así otros naufragios simbólicos de este libro.

Este título contiene otros símbolos que necesitan estar parados sobre la tierra, para contemplar el agua no como un borde heridor, sino como vía radiosa para saltar hacia el corazón del mundo ¡Es así como el acento se hace doble!

 

—H.B. Además de Pizarnik, ¿cuáles son esas lecturas que considerarías como tus “influencias”? O dicho de otra forma: ¿de qué otras voces se nutre tu vocación poética?

—YCL: He estudiado con atención otros poetas como Vicente Aleixandre, Octavio Paz, Juan Ramón Jiménez, César Vallejo, José Lezama Lima,  y he hecho muchas otras lecturas. Yo leo mucha poesía, pero leo también libros de filosofía, de ciencia…, he sido siempre una lectora voraz y simpatizo mucho con la afirmación de los estructuralistas que dice que en todo lector existe la posibilidad y el deseo de escribir la obra que lee. Es decir, tan autor es el que escribe la obra como el que la lee. Esto lleva la implicación de que una obra tiene infinidad de autores. El hecho de que haya podido viajar y desenvolverme en el ambiente amplio de las bibliotecas italianas, ha sido la causa por la que mi curiosidad se ha ampliado.  Para sintetizar, puedo decir que he sido una autodidacta formada en la lectura.

 

—H.B. Tu obra literaria ha sido escrita casi en su totalidad en italiano. La elección del idioma es, para todo escritor bilingüe, una decisión que no sólo implica un posicionamiento estético, sino también uno político, pues tiene que ver con un sentido identitario. ¿A qué obedece, en tu caso, la selección del italiano como vehículo de expresión creativa?

—YCL: El hecho que yo escriba en italiano es casi una elección obligada. Por mucho tiempo he estudiado aquí en Italia, donde he formado relaciones familiares y de amistad, donde he vivido más años de los que viví en mi país de origen. Por ello mis sueños son casi siempre en italiano y mis pensamientos no pasan ya por mi idioma de origen. Como para todo escritor bilingüe el pensamiento y los sueños se posicionan en el lugar donde se encuentra. A mí también me sucede: cuando estoy en un país donde se habla el idioma español automáticamente sueño y pienso en español y ahora que estoy en Italia sueño y pienso directamente en italiano, sin usar ningún filtro. La poesía para mí es también una herramienta que me ayuda para decir las cosas que tengo que decir y viviendo en Italia, me comunico con un público italiano.

La poesía es un lenguaje habitado, y al vivir en un lugar distinto al lugar donde se nace, se cambia también el punto de vista. Aparentemente he abandonado mi idioma original, y digo sólo “aparentemente” porque la maternidad de una lengua no sólo nos enseña a hablar, sino que nos regala una mirada, un sentimiento, un punto de vista sobre las cosas. Escribo en italiano porque casi siempre debo comunicar con realidades italianas, pero en mis escritos llevo siempre el eco de mi idioma de origen.

 

—H.B. A pesar de que has hecho del italiano tu lenguaje literario, en Doble acento para un naufragio vuelves a tu lengua materna. ¿Cómo ha sido ese reencuentro con el español?

—YCL: Como todos los reencuentros, después de muchos años, ha sido un encuentro para nada fácil, fragmentario, una visita nostálgica, en la cual la memoria ha hecho sus recortes, ha dejado espacios aparentemente vacíos, y para llenarlos tengo que estudiar continuamente, entrenar de nuevo el oído, para no intercambiar una lengua con la otra, sin darme cuenta. Este riesgo se asoma continuamente en la ventana. Es el riesgo que corren todas las personas bilingües. Seguramente los riegos de esta elección los puedo explicar bien como un regreso a mis origines, bien como el tentativo de comunicarme con un mayor número de lectores.

 

—H.B. Italia es en la actualidad un centro cultural que ha recibido a numerosos artistas de todo el orbe. Hay incluso una serie de poetas que han abandonado su lengua natal para adoptar el italiano. Pienso, por ejemplo, en Umeed Alí, originario de Pakistán; en los poetas albaneses exiliado en Italia desde los noventa, como Ornela Vorposi o Gëzim Hajdari; o en la poeta Nataša Sardžoska, originaria de Macedonia, que ha vivido muchos años entre Roma y Milán. ¿Cuáles son los desafíos a los que se enfrenta un extranjero en Italia que escribe poesía en una lengua que no es la suya? ¿Cómo ha sido recibida tu propuesta entre editores y lectores del medio literario italiano?

—YCL: Cuando un poeta emigra no sólo lleva consigo su historia, lleva también la necesidad de contarla. Y así yo he decidido contar aquí mi historia, que nace antes de llegar a Italia, pero que continúa en estas tierras. Cuento continuamente mi historia llena de mezclas, fragmentada. No puedo negar que el español sea casi un idioma global, con un peso enorme en el mundo de la literatura, con un mercado mucho más amplio, pero escribir en italiano me ha permitido hablar de mi cotidianidad, de explorar otro terreno, de hacer un esfuerzo mayor y, al mismo tiempo, de sentirme parte del lugar donde vivo. Y así, después de todos estos años de esfuerzos para escribir en italiano y obtener numerosos reconocimientos en Italia, vuelvo de nuevo a mis orígenes, nuevamente con este enfoque analfabeto, infantil. Un enfoque que, sin que yo me diera cuenta, ha garantizado a mis escritos espontaneidad y fuerza. Esta fuerza ha tocado las emociones de muchos italianos, he ganado números premios literarios y hasta ahora aquí en Italia no he pagado nunca por una publicación.

Mi propuesta entre editores y lectores del medio literario italiano ha sido percibida como un escaparate mágico y he encontrado muchas puertas abiertas y poca resistencia.

 

—H.B. Y en comparación con el medio hispanoparlante, ¿qué semejanzas y/o diferencias encuentras?

—YCL: Las semejanzas son muchas: cambia, lógicamente, el idioma. Las diferencias, por otra parte, son muy pocas pero, una de las más importante, es que el mundo hispanoparlante es un mundo en fermentación, y con un número mayor de posibles lectores. Las diferencias seguramente eran mucho más evidentes cuando llegué a Italia, ahora prácticamente siento este país parte de mí y conozco sobre todo la realidad italiana.

 

—H.B. Doble acento para un naufragio concluye con poema sobre la pobreza en el que denuncias “las sombras del hambre”. Me parece muy significativa esta veta de corte social. ¿Qué papel crees que juega la poesía en este momento de crisis sociales y medioambientales que están cambiando al mundo?  

—YCL: La poesía es siempre un diálogo vivo, la brotación de lo entrañable, la denuncia de lo que sucede en el silencio, la lucha contra lo real desde el sueño, la esperanza de que un mundo mejor nos habite. La poesía construye continuamente caminos de esperanza, puentes entre el pasado, el presente y el futuro, arcos de solidaridad. La poesía canta con el ansia de su eco, adivina el mundo y nos promete el sueño del cual también regresaremos. La poesía no es sólo un monólogo, es también un aullido que puede empujar el corazón en otras orillas y salvarnos de un húmedo hundimiento de vida. Y es así como en las páginas del libro Doble acento para un naufragio el agua puede acariciar los ojos del viajero, que es siempre el lector. Y por ello yo invito el lector a navegar entre mis palabras, mis ideas y mis aguas.



Yuleisy Cruz Lezcano (Cuba, 1973). Radica en Marzabotto, Bolonia. Emigró a Italia a la edad de 18 años. Realizó sus estudios profesionales en la Universidad de Bolonia, donde consiguió el título en Ciencias de la enfermería y obstetricia. Cuenta además con un segundo título en Ciencias biológicas. Trabaja en la salud pública. En su tiempo libre ama dedicarse a la poesía, la narrativa, la pintura y la escultura. Ha publicado los siguientes títulos: Pensieri trasognati per un sogno (2013), Fra distruzione e rinascita: la vita (2014), Diario di una ipocrita (2014), Vita su un ponte di legno (2014), Cuori Attorno a una favola (2014), Tracce di semi sonori con i colori della vita (2014), Sensi da sfogliare (2014), Piccoli fermioni d’amore (2015), Due amanti noi (2015), Credibili incertezze (2016), Frammenti di sole e nebbia sull’Appennino (2016), Soffio di anime erranti (2017), Fotogrammi di confine (2017), Tristano e Isotta. La storia si ripete (2018), Inventario delle cose perdute (2018), Demamah: il signore del deserto – Demamah: el señor del desierto (2019), L’infanzia dell’erba (2021) y Doble acento para un naufragio - Duplo sotaque para um naufrágio (2023).

Su poesía es presente en distintas antologías y revistas sea italianas sea Internacional y ha sido traducida en distintos idiomas. Es miembro de honor del Festival Internacional de la Poesía de Tozeur en Túnez. Ha obtenido numerosos premios literarios en distintos certámenes tanto de Italia como del extranjero.


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