Anacleto Verrecchia: Mejor un demonio que un cretino.
Filósofo a contracorriente, Anacleto Verrecchia (1926-2012) cultivó
un estilo inconfundible: irónico con sus planteamientos, sutil con las palabras,
pero también directo, agresivo, sin ambages para denunciar las hipocresías y
los sinsentidos de la humanidad. Amante de los animales, supo ver en ellos una
sabiduría que nuestra especie no posee. Crítico con las filosofías —y los
filósofos— que le fueron coetáneos, delató las pifias que buscaban darle
sustento a las concepciones simplonas o complacientes del hombre y su mundo. Una
idea atraviesa casi toda su obra: el hombre, cuando no está de más, es tan sólo
un error de la naturaleza. No otra solución que ignorarlo: "Lo mejor es deshacerse de él".
Verrechia fue también un
germanista formidable: estudio —y tradujo— a Lichtenberg, Nietzsche, Schopenhauer,
entre otros. Su obra, infortunadamente, no ha sido traducida a nuestro idioma.
No es de extrañar que su nombre no figure entre los pensadores más suspicaces y
propositivos de la segunda mitad del siglo XX italiano. El propio Verrecchia
vaticinó el destino que habría de acompañarlo: “Vivimos en una época en la que
el valor de los autores es inversamente proporcional a los bombos que se tocan
en su honor. Lo mejor permanece oculto”.
Los aforismos que presento a
continuación forman parte del libro Meglio un demonio che un cretino (Mejor
un demonio que un cretino, 2023) editado por Dario Stanca para la editorial
El Doctor Sax.
Aforismos
El mundo es un condominio entre la maldad y la locura: la
una reina, la otra dirige.
Las plantas que crecen rápido mueren también rápido.
¿También es así con la gloria del mundo?
Las cabras montañesas estaban en la costa y no parecían
preocuparse por nuestra presencia. Viéndonos subir tan alto, donde no hay ni
siquiera un mechón de hierba, probablemente nos consideraban unos locos o al
menos unos pepenadores, ya que los animales nunca hacen nada inútil o
innecesario para su existencia. Pero el hombre sí. De hecho, nosotros
arriesgamos la vida por cosas inútiles, así como la inmensa mayoría de nuestras
necesidades son más artificiales que naturales. Esto nos distingue de los otros
animales, de acuerdo, pero ¿dónde está la sabiduría?
Los dioses, si existen, no creo que pierdan su tiempo
ocupándose de la hormiga llamada hombre.
La vida es lucha, bajo cualquier cielo. Esto se lee en el
libro de la naturaleza.
Todos los animales temen instintivamente al hombre. Es un miedo
innato y providencial, vista la maldad del hombre. Que sea innata se puede argüir
por el hecho de que los cabritos y los rebequinos, cuando avistan a una
persona, escapan antes que sus padres. Quizá saben que “persona”, en latín,
significa “máscara” y que entonces es mejor no fiarse.
Desconfía de aquellos que hacen carrera. Difícilmente tienen
un carácter noble.
¿El hombre es la medida de todas las cosas? No, el hombre es
solamente un minúsculo insecto en un mundo infinito.
Cuando los críticos llegan a ser más numerosos y más
importantes que los propios autores, significa que la literatura ha sido
barrida por la mosca de la carnea.
La maldad nunca es tan peligrosa como cuando pretende tener
un ideal.
La cabeza es un cielo: a veces brilla el sol, a veces hay
niebla.
Es absolutamente necesario sacudirse la filosofía
contemporánea: hace demasiado humo.
El cura gordo es una contradicción, me atrevo a decir que una
blasfemia encarnada.
Pongámoslo como queramos: uno sólo es libre cuando está
solo.
Mejor un demonio que un cretino.
Un hombre enamorado es una marioneta en las manos de la
madre naturaleza.
Filosofía sistemática: esto significa disciplinar el
pensamiento, que en cambio ama ir por su propia cuenta y hacer anotaciones
desordenadas.
El arte, la literatura y la filosofía tienen algo de
religioso. Nadie debería sacarles provecho y vivir de ello, de lo contrario se
incurre en simonía.
Nuestra vida es una carrera de obstáculos cuya meta es la
tumba.
La falsedad del sacerdote se revela sobre todo en la voz
impostada.
El fuego del amor cristiano es incluso capaz de encender hogueras.
La sonrisa es la lengua de la sabiduría.
Pensar es difícil, pero se puede muy bien hablar y escribir
sin pensar.
Cementerios: vertederos de humanidad.
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