La Sacerdotisa: el fruto prohibido. Alexa Ocadiz
Pórtico
Hiram Barrios
En
el tarot, La Sacerdotisa representa el misterio, el futuro sin revelar, el
silencio, pero también la tenacidad, la perseverancia. Cuando aparece en
sentido inverso alude a la pasión, al desenfreno y la disipación. En algunos
mazos como el Rider-Waite la luna está presente como núcleo y eje
simbólico: acompaña a la mujer; la ilumina. Se trata de un arcano que remite al
femenino universal, a la luz propia, a la fuerza creadora. No resulta gratuito
que este poemario indague en esta figura y en el poder femenino como acto
creativo, pues emana un ejercicio de receptividad, de transformación (la luna
es, de hecho, una de las palabras que más aparece en estos versos).
En esta colección
de poemas, Alexa Ocadiz parece hurgar en la palabra como quien se confronta en
un espejo. La Sacerdotisa: el fruto prohibido se divide en tres capítulos
que pueden leerse como un relato introspectivo (¿y autobiográfico?) que narra
una aventura amorosa —pasional— en la que deseo y el abandono se conjugan en un
movimiento pendular cuyo vaivén da sentido a estos poemas. “El pecado”, el
“Romance” y la “Crueldad” son etapas, momentos decisivos en un pasaje de vida
que busca inmortalizarse con la escritura. Como quien baraja la carta del
tarot, los poemas transitan del silencio y el misterio al desenfreno y la locura.
La poesía es el don de la
embriaguez. Es además un brebaje terapéutico que augura la sanación de quien lo
bebe. Si no me equivoco, este poemario es una sutura, pero también una cicatriz.
La resignación tras el duelo. Una niña se transforma en Luna gracias al poder
de la palabra. Resarcir el pasado es iluminar el presente para caminar sin
obstáculos hacia el futuro.
La Sacerdotisa, en la mayoría de las representaciones, custodia un libro entre sus manos. En este caso se trata de un manuscrito que resguarda conjuros, un misterio iniciático pero también una historia. Con estos poemas Alexa Ocadiz nos regala un poco de su esencia. Abre a nuestros ojos el libro de la verdad, en el que están cifrados los secretos, los anhelos y los deseos más íntimos. Estos poemas nos recuerdan que la perseverancia es la forma de vencer al desenfreno, a la soledad y al (auto)abandono.
CONTUBERNIO
En medio de sus clavículas vive
un suspiro agonizante remedio del malestar que a sus garras
invoco
como sutil intriga en medio de faroles.
Sinfonía peregrina
como ángel que desea la traición
y por carbón es devorado.
El sol y la luna reposan sobre su cuello
trasmutan en repiques por la ciudad
cubiertos de rojo
del primer tributo a lo clandestino.
Como pentagrama unidos estamos
entre lunas de metal
tropelía gitana
amantes vagabundos destinados al cansancio
tocados por el milagro de Dios
somos dulzura en ciudad crueldad.
INSTRUCTIVO PARA TRITURAR ESCRITORES
- Recuérdese
a Eva (será la perdición).
- Queme
velloritas con alcohol (del barato).
- Aléjese
de los gatos (atrapan poetas).
- Corra si llega a Ciudad
Azabache
(no se detenga, los murciélagos
atacan)
- El
“arte” rupestre no es opción (repita el paso 1)
- Abrace
un árbol (en vez del cuarentón)
- Grite y atropelle los versos sucios (entre sábanas)
- Refúgiese
en un laberinto (es mejor que un poeta de 42)
- Medite
y muerda un pan para el “susto” (si conoce a alguno)
- Dios no escucha ruegos, mándele
un mensaje y pida
(por mí también)
DIOSA GRIEGA
El canto de la sirena cometió un crimen
derritió mi coraza con el veneno salvaje
de cada escama
ojos de pez, cuernos de cabra.
Dispersó la inocencia, mientras actuaba
la penúltima noche de invierno.
Danzó sobre los pétalos de la esperanza
de una gitana.
Fugaces labios llenos de ausencia
sabor a fluoxetina mal cubierta
por el ardor y molestias del aire que me baña.
Por favor no más soledad
llena de sirenas,
los cangrejos no sabemos cantar bajo el agua
la bebo, me golpea, pero
no muero, no muero, no muero
es tu abandono el que me mata.
¿Y EL CAFÉ?
Sobre la
mesa boto el Lucky a medias
Agradezco
que no haya café.
Y bendigo a
aquella que pueda disfrutar(té)
Bebo un
escocés y me alegro por tu ausencia.
Grito de
emoción:
¡Qué alegría
haberte perdido!
BRUJA
Brujita, me irrita la gente maldita que trata
de hacerte sufrir.
Yo los mataría, les arrancaría la piel hasta verlos morir
Nacho
Vegas.
Nací con el don y la apariencia
sin amor, adherida a una gran nariz.
Dientes chuecos,
deidades en el ocaso, lejanas del paraíso.
Eco sombrío cubierto por las nubes
que del suelo despegaron.
Tarántulas sonoras y murciélagos agresivos,
como vagabundo alcohólico, disperso de mundo
talento nato,
miradas fijas, rezos, tamales, biznagas.
Voces sin padre, sin madre, pero sí con hermano.
Lamentos del río que extraña sediento su agua,
mi gran nariz
de
bruja.
AUSENCIA
La sangre de Cristo se convirtió
en mi corona de espinas
después del festejo a la luna,
copos de nieve, pistilos de niebla
ella pudo conmigo,
la veo acercarse
divaga y divaga, pero no tarda
clava fracturas al alma.
Tinto y escarcha sobre mis dedos
raíces en lugar de cerebro
no soy, no he sido
la muerte me reclama desde el día uno
he de entregarme el próximo año
sin cartas, ni flores
ni llanto, ni hijos
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