Privilegios de la memoria: Dolores Castro y su generación poética

 


En los años cincuenta del siglo pasado aparecen una serie de obras que serán emblemáticas de nuestra tradición literaria; se perfilan, asimismo, los autores que habrán de marcar los derroteros en las décadas venideras. El año de 1956, por ejemplo, ha sido considerado un annus mirabilis en la poesía mexicana: se publican, entre otros, Práctica de vuelo, de Carlos Pellicer; Palabras en reposo, de Alí Chumacero; Los demonios y los días, de Rubén Bonifaz Nuño; o, en el terreno de la reflexión, El arco y la lira de Octavio Paz. Una nueva ruta de creación y concepción estética se atisba al mediar la década (el año anterior, para no ahondar en ejemplos, había aparecido Pedro Páramo de Juan Rulfo). 

Es en este contexto que surge, en 1955, la antología Ocho poetas mexicanos preparada por Alfonso Méndez Plancarte para Bajo el Signo de Ábside. Se trata de un compendio que reunía a ocho poetas nacidos entre el término del siglo XIX y el primer cuarto del siglo XX: Honorato Magaloni Duarte (1898-1974), Efrén Hernández (1904-1958), Octavio Novaro (1910-1991), Roberto Cabral del Hoyo (1913-1999), Alejandro Avilés (1915-2005), Javier Peñalosa (1921-1977), Dolores Castro (1923-2022) y Rosario Castellanos (1925-1974). La antología compendiaba, más que una generación en términos rigurosos, una cofradía de poetas enlazados por la amistad, cierta afinidad estética y una vocación poética en común, que a la postre terminaría por reconocerlos como miembros de una “agrupación”.

            En Privilegios de la memoria. Ocho poetas mexicanos (UNAM, 2018), Dolores Castro evoca a los poetas que formaran parte de dicha antología y con los que compartiera por varias décadas una estrecha amistad. Es una remembranza de las personalidades que la acompañaron lo mismo en las charlas de café, que en las lecturas de poesía, así también de los poemas significativos que compartieron incluso antes de publicarse la antología de Méndez Plancarte. Las reminiscencias de Castro recuperan algunos de los gustos literarios del grupo, los temas que solían abordar en sus conversaciones, así como las anécdotas que constatan sus vínculos afectivos.

            El libro se divide en nueve apartados, los primeros seis se centran en Rosario Castellanos, íntima amiga de la autora y con la que compartiera sus años de formación poética. Aquí se evoca la vida y la obra de la autora de El eterno femenino. Algunas de estas notas ya habían aparecido en homenajes o evocaciones previas, acaso por ello una tara que vuelve un tanto repetitiva esta primera parte. Complementan el cuadro remembranzas a la vida y la poesía Efrén Hernández y de Alejandro Avilés, así como un homenaje luctuoso a Roberto Cabral del Hoyo. La edición corre a cargo de Benjamín Barajas, estudioso del grupo y uno de los críticos que más ha promovido el estudio de la poesía de Dolores Castro.

El libro nos acerca a la intimidad entre estos autores y nos ofrece una ponderación de su poesía vista por quien fuera parte de esta agrupación. Un libro anecdótico que nos relata un momento fundacional de la literatura mexicana contemporánea a través de quien será una protagonista de ésta. La generación a la que pertenece Dolores Castro fue un parteaguas de la escritura poética femenina, otra razón de peso para adentrarse en su lectura, pues los Privilegios de la memoria surge en un momento en el que resulta impostergable la inclusión y la ponderación de la escritura, ya crítica, ya creativa, de la voz femenina en nuestra literatura.  

 

 

 

 

Dolores Castro. Privilegios de la memoria. Ocho poetas mexicanos, edición de Benjamín Barajas.  México: UNAM, 2018.

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